sábado, 26 de enero de 2008

Gracias, guapa

Sometimes, algunas veces nos empeñamos en comulgar con pequeñas cosas que con el paso del tiempo constatamos que van quedando obsoletas respecto a nuestro hoy. Dicen, con toda la razón que el pasado es presente y que el presente es futuro. Todo ha de ir unido, del tal manera que nuestra historia (única, irrepetible, inenarrable del todo -incluso para nosotros-) es ayer, hoy y mañana.

Pero también es cierto que esa ventana se hizo con un tamaño determinado, y no otro. Es cierto que antaño cupo por ahí un televisor, o una radio, o un libro, o un hombre tumbado. Pero no una bañera o una cama. En otro tiempo puede que nuestras certezas fueran para nosotros las únicas, las más pasionales, las tremendamente inamovibles.

Observar y palpar la realidad no nos obliga a desprendernos de aquéllas, sino a transformarlas, a entrar de otro modo por la puerta o por otra ventana más grande. La diminuta cumplió su cometido. Y lo sigue haciendo hoy día: el de recordarnos que nuestro querido ayer nos regaló la tarjeta de visita que dice quiénes somos (nuestra identidad), qué somos aquí (nuestro querer) y por qué seremos (nuestra esperanza). Las tres, y subámonos al taburete, conforman nuestra verdad, que ríe, llora y abraza esa ventana minúscula diciéndole "gracias guapa por seguir estando ahí".

No hay comentarios: