martes, 6 de noviembre de 2007

Una imagen no vale más que mil palabras

Porque visto lo visto, y nunca mejor dicho, no podemos dar por supuesto un imagen tan sólo al contemplarla. A menudo se hace necesario escrutar cada uno de sus elementos... y aun así, no nos damos por vencidos.
Un banco habitado que bien podría estar lleno de palabras en sí mismo; un hierro forjado en cada contemplación, todavía templado por el tacto de dos espaldas; un suelo pagado por una multitud y disfrutado ahora por una bina; un frente a frente perpendicular a un bis a bis; un agradecimiento de fondo y y con fondo a las maestras que nos enseñaron a leer y a todo aquél que nos enseñó a interpretar la vida, descifrándola en cada una de sus curvas. Un sol que ahí se nos fenece con la promesa de ser sempiterno, pero sin las lágrimas de la viuda que con nada se consuela.
¿Compartes este rato?

1 comentario:

José Carlos Carneado dijo...

comparto, comparto. Con la esperanza de aprender a interpretar la vida en compañia...