martes, 9 de septiembre de 2008

Auxilios espirituales

Encontré este pequeño regalo en Barcelona, en una esquina de la misma iglesia de Santa María del Mar.
Auxilios espirituales, o mejor dicho, en mayúsculas, recalcando algo que es importante y que sobrepasa y excede lo cotidiano.
Un botón negro, muy gastado por el paso de las yemas, y el lateral carcomido por la cantidad de historias que se han apoyado una y otra vez a cualquier hora del día y de la noche: "...Es que Cáritas está cerrada...".

Ganas de dar un abrazo a ese alguien que siempre ha estado detrás de la puerta, esperando el rostro de cualquiera que pase y se sienta con el derecho a ser escuchado, frente a la obligación de abrir nuestros oídos. (Por una vez o por muchas veces el bolsillo puede estar cerrado, porque las historias de una vida no tienen precio ni han de ceder al chantaje de eludir nuestra responsabilidad).

Gracias a ese alguien fuera de moda que no tiene un fantástico discurso que largarnos; a ése que no conoce el Photoshop para modernizar su imagen un poco oxidada y con cierto tono nácar; a ese otro u otra que nos mira de aquí para allá mientras bendice sus recuerdos y pone nuestra vida ante el rosario de la tarde antes de que llegue don Juan.
Yo estoy convencido de ello. Nuestra época presente, que debe al pasado y fragua día a día el futuro, ha de escribir, como el letrero de Santa María del Mar, que ésta es la cultura de la escucha. Sin lugar a dudas. Hay otras mal llamadas culturas que a lo mejor son simplemente, adcciones, o tendencias o modas. La cultura de la escucha, afirmo. Porque son muchas las palabras, colores y sonidos los que recibimos impactándonos. Pero al fin y al cabo, lo que nos hace humanos y humanidad posible es nuestra capacidad de conectar con el que tenemos al lado.

Y para ponernos en el lugar del otro, que afirma la empatía, hay que colocarse detrás de la puerta, a la espera de que alguien (otro alguien), apriete el botón de nuestros sentimientos. "Sólo" nos quedará abrir la puerta, ofrecer un café y sentarnos en la mesa camilla con los ojos bien abiertos y el corazón vulnerable, como el botón negro.

3 comentarios:

Javier Montes sj dijo...

Precioso compañero. Qué foto más sugerente y que buen provecho le has sacado

Malinva dijo...

Gracias, y que siempre las haya

mela dijo...

Dichosos los ojos que descubren lo que no se ve. Mela